Entradas

Mostrando las entradas de octubre, 2011

Carlos Castaneda: vendiendo una realidad aparte

Imagen
Hace unos días, encontré una noticia que llamó mi atención: resulta que Aerin Alexander, supuesta nieta de Carlos Castaneda, demandó a la organización que su abuelo fundó, Cleargreen, por impedirle enseñar las técnicas chamánicas que aquel dejó en sus libros. Alexander dice que esos ejercicios -llamados Tensegridad- no pueden tener derechos de autor puesto que pertenecen a una cultura antiquísima, los toltecas, y por ello no hay nada que le impida difundirlos libremente; además de que ella los recibió directamente de su abuelo. Esa noticia me regresó a mi pasado. Creo que nunca se los he contado, pero yo vengo de una familia "excéntrica", donde lo esotérico y lo alternativo eran temas comunes. Yo crecí rodeado de libros de yoga, meditación, budismo, masonería, rosacrucismo, cabalá, y temas parecidos. En la nada breve biblioteca de mi casa había espacio para todo eso y mucho más; y desde niño conocí las obras de Carlos Castaneda. Debo haber tenido como doce años cuando le

Miguel Angel Granados Chapa y sus recuerdos de Excélsior.

Imagen
En octubre de 2006, yo corría de un lado para otro intentando terminar mi tesis doctoral, la cual trata sobre la historia del periódico Excélsior . Mi interés estaba en contar la historia de la empresa más que la del diario en sí, por lo que necesitaba conocer lo más posible el funcionamiento de esa compañía. Para lograrlo, tuve que entrevistar a diversas personas que trabajaron en Excélsior , y uno de ellos fue Miguel Angel Granados Chapa. No fue fácil encontrarlo. El maestro Granados era una persona muy ocupada. Luego de varios intentos, pude al fin "cazarlo" en el Club de Periodistas de México, a dónde él había acudido para presentar la nueva edición de Los Periodistas , la novela-reportaje con la que Vicente Leñero estableció la "versión canónica" de lo ocurrido en Excélsior durante la dirección de Julio Scherer. Recuerdo que el maestro hizo carcajear al público presente, al decirle que el edificio de Excélsior de Reforma 12 se estaba ladeando hacia la derecha

El ejército norteamericano en México.

Imagen
Tiempo es ya, mi querido lector, de darte a conocer la vida y costumbres de los invasores, mas para ello es preciso considerar a éstos en dos grupos: el de los jefes, oficiales y soldados del ejército regular, y el de los oficiales y soldados voluntarios. En primer grupo encontrábanse individuos que por su comportamiento en la guerra y el que observaron durante su estancia en la Capital demostraron su buena instrucción militar y, sobre todo, educación, contándose entre ellos jefes de alta graduación y muchos subalternos que, por sus méritos, obtuvieron más tarde en su nación, grandes honores y las más altas dignidades... Notáronse como bien organizados los cuerpos de rifleros y los de artillería, dignos propiamente del ejército de una nación civilizada, por lo que hago de ellos, como de los oficiales a que me he referido, la mención que en mis apreciaciones creo justa. A estas cualidades se contraponían las de los oficiales voluntarios, pues muchos fueron los que se confundieron por su