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Mostrando las entradas de octubre, 2012

¿Qué hacemos con Hernán Cortés?

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Desde su pequeño sepulcro en el Hospital de Jesús en la Ciudad de México, Hernán Cortés nos mira, tal vez asombrado por la forma en que ha cambiado este territorio que él conquistó hace casi cinco siglos.  Él tampoco ha tenido una vida fácil (después de muerto, quiero decir). Regresó a México convertido en huesos 20 años después de sucumbir para que lo colocaran en una iglesia de Texcoco. Seis décadas más tarde lo trajeron a la capital, al Convento de San Francisco; y en 1794 lo pusieron donde ahora reside. Pero tampoco allí terminaron sus aventuras. En 1823 lo movieron de donde estaba para guardarlo en un nicho abajo del altar mayor, para que la turba no los robara y jugara con ellos el primer partido de futbol no oficial de nuestra historia. Trece años más tarde lo colocaron en otro nicho y allí ha descansado desde entonces. Sólo lo molestaron una vez más, en 1946, para añadir en su tumba una sencilla placa en la que sólo aparece su nombre y sus fechas de nacimiento y muerte. 

Ejo Takata: ¿Cuál es el sonido de una sola mano?

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Los años 60 del siglo XX fueron un momento vibrante en la historia de México y el mundo. Además de varios hechos muy conocidos, como la Guerra Fría, el auge económico y el desarrollo de la tecnología y las comunicaciones, los 60 vieron el furor de disciplinas espirituales (muchas de ellas provenientes de oriente) que se presentaban como una alternativa ante la neurosis generada por la sociedad occidental.   El tiempo era propicio para el “boom” de las religiones orientales en occidente: por un lado estaba el miedo constante ante la posibilidad de que en cualquier momento los norteamericanos o los soviéticos apretaran el botón rojo y el planeta estallara en mil pedazos. Por otra parte, los jóvenes se habían convertido en el centro de una revolución mundial que transformó la cultura de las siguientes generaciones.   El crecimiento económico del planeta luego de la Segunda Guerra Mundial también cambió el panorama. A diferencia de lo que esperaban los economista

Ideas al vuelo sobre el 12 de octubre

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12 de octubre es una fecha muy difícil, porque nos enfrenta con el principio de nuestra historia, y nos demuestra que hemos heredado filias y fobias. Muchas veces por nuestra falta de conocimiento, y también por no poner las cosas en perspectiva.  Durante gran parte del siglo XIX y XX, este día tuvo grandes festejos, pues se consideraba que gracias al descubrimiento y la conquista, el continente americano se había integrado al mundo, adoptando su lengua y su cultura.  A pesar de que, a poco de haber terminado este acontecimiento, hubo muchas condenas al modo tan violento en que se dio la conquista, imperó la idea de que en el fondo había sido para bien.  Pero durante el siglo XX esa idea cambió. El antihispanismo (otra tradición en la cultura mexicana) cobró una enorme fuerza. Entonces el "respeto a las culturas indígenas" se volvió una política de Estado (y una fachada para que esta sociedad mantuviera un racismo velado) y los españoles fueron vistos como los cu

El otro rostro de Motecuhzoma Xocoyotzin.

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La tradición nos ha acostumbrado a pensar que Motecuhzoma Xocoyotzin (mejor conocido como Moctezuma II) fue un gobernante supersticioso, que a pesar de que era el amo del imperio más grande de este territorio vivía angustiado ante la posibilidad de que pronto se cumpliera una antigua profecía y regresara del otro lado del mar un dios que destruiría a su imperio. Cuando se enteró de que en las costas de lo que hoy llamamos Veracruz, aparecieron unos enormes "cerros que flotan en el agua", de donde bajaron unos hombres blancos y con la barba cerrada, Motecuhzoma entró en pánico, hizo sacrificios a los dioses y decidió encerrarse en la cueva de Cincalco para huir de su trágico destino.  Sin embargo, sus mismos dioses se lo impidieron. Por eso tuvo que enviarle preciosos obsequios a los recién llegados con la súplica de que se fueran. Pero los blancos no lo escucharon. Querían conocerlo. Y llegaron a la ciudad blanca que estaba sobre un lago para apresarlo, destruir los